XXI

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A veces te veo muerta
en mis propios ojos
y el envenenado polen
que se despoja de tus labios
me asfixia en extraña calma.

Y muerto busco tu cuerpo
al amanecer de una agonía
¿quizás aún no has muerto?,
¿quizás aún sigo con vida?,
seducido por esta alegría,

que un día besó a mi soledad
y marchó fugaz como un respiro;
De sombras cubrió la claridad
y me abrazó en su suspiro,
ahora se agita sin vanidad.

Y perdido en el bosque
persigo a tu aurora,
sé que sigues en el instante
y esperas en el amanecer,
en una marea de oro.

Tal vez sea lo mejor, tal vez no,
tu arribo es un hecho, ya un recuerdo
y ahora flotas en mis párpados
que ya están cerrados...
que jamás despertaron.


Nacho

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